El
día 1 de noviembre entró oficialmente en funciones la nueva
Comisión Europea. La llamada Comisión Juncker, por el nombre de su
presidente, tiene un mandato que llega hasta el 31 de octubre de
2019. Cinco años en los cuales está obligada a ser la Comisión del
cambio y de la acción o a fracasar. La situación económica y
política en la Unión Europea exige soluciones urgentes a los graves
problemas que la determinan y el papel de la Comisión es fundamental
para ello.
Ha
sido la primera vez que el resultado de las Elecciones al Parlamento
Europeo se ha tenido en cuenta para la elección del presidente de la
Comisión, que ha salido de las filas de la mayoría parlamentaria.
Igualmente, ha sido la primera ocasión en la que se ha llevado a
cabo un intento de campaña electoral paneuropea. Sin embargo,
también ha sido la primera vez que han resultado elegidos tantos
europarlamentarios que representan opciones contrarias a la
construcción europea, incluso desde posiciones xenófobas y
extremistas.
No
cabe duda de que la crisis ha impulsado estas opciones extremas y
eurófobas ante la incapacidad de la Unión Europea de dirigir una
salida de la crisis que resuelva de manera eficaz los graves
problemas que afligen a los ciudadanos. Para la nueva Comisión los
retos a los que se debe dar respuesta de forma inmediata incluyen
conseguir que las personas de nuevo puedan encontrar un trabajo
decente, incentivar la inversión, hacer que unos bancos seguros
vuelvan a conceder préstamos a la economía real, crear un mercado
digital conectado, contar con una política exterior verosímil y
asegurarse de que Europa se vale por sí misma en lo que respecta a
la seguridad energética. Han hecho de ello sus directrices
políticas. En ellas se han comprometido a trabajar y sobre su base
fue elegido presidente Jean-Claude Juncker por parte del Parlamento
Europeo, una vez propuesto por el Consejo Europeo, o sea, los jefes
de Estado y de Gobierno de la UE.
Para
lograr estos objetivos la Comisión 2014-2019 va a trabajar de un
modo diferente. Cada uno de los siete vicepresidentes, tres mujeres y
cuatro hombres, dirigirán a un equipo de comisarios con competencias
interconectadas. Se pretende que la forma de trabajar de sus 28
miembros, uno por país, sea realmente colegiada e interdependiente y
evitar la creación de “cotos” y estructuras estáticas.
Para
muchos europeístas, la determinación de esta nueva Comisión de
“pasar a la acción”, abre la puerta a la esperanza de que de
nuevo el método comunitario y supranacional y no casi únicamente la
acción de los gobiernos nacionales como desde el inicio de la crisis
ha ocurrido, sea capaz de ofrecer una verdadera respuesta europea a
los muy acuciantes problemas europeos.
Del
acierto y determinación en la actuación conjunta de las
instituciones de la Unión Europea y los gobiernos dependerá que
“Europa se ponga en marcha otra vez” como pedía Juncker en su
discurso ante el Parlamento, y que la ciudadanía vuelva a creer en
el proyecto europeo. En la mayoría de los Estados miembros se han
alcanzado niveles sin precedentes de desconfianza y alejamiento por
parte de los ciudadanos respecto a la UE. Sin ir más lejos, en
nuestra región siete de cada diez personas creen que los ciudadanos
no pueden influir en las políticas europeas y que la UE no se
preocupa de sus problemas y sólo dos de cada diez piensan que los
intereses de España y de Andalucía son tenidos en cuenta en la
Unión Europea (Encuesta Realidad Social de Andalucía 2014 del
Centro de Estudios Andaluces, mayo 2014).
Sin
duda, Europa necesita líderes valientes, con visión histórica y
con imaginación para lograr ponerse de nuevo en marcha.
Europe
Direct Andalucía Rural
Centro
de información europea de ADEGUA
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